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Diseños “del otro mundo” ofrece un arquitecto argentino

En su juventud, Guillermo Trotti vivió la emoción de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, mientras avanzaba en su formación universitaria en la arquitectura, toda una tradición familiar, pues se remonta hasta el lugar de uno de sus bisabuelos en el árbol genealógico.

Como muchos niños y  jóvenes de ese tiempo, Trotti se declaraba fascinado con los viajes espaciales. La emoción se incrementó porque su lugar de estudio, en Texas, estaba muy cerca del Centro Espacial de la Agencia Nacional de Aeronáutica y del Espacio (la famosa NASA), desde donde se controlaban los vuelos de los cohetes estadounidenses. Para más coincidencia, se instaló en Houston en 1968, justo unos meses antes del arribo del ser humano a la Luna.

Unos años después, en 1973, con motivo de su trabajo final de grado, logró unir su profesión con aquel tema que tanto le apasionaba, al  diseñar una ciudadela para 200 personas que funcionaría en territorio lunar.

La urbe selenita incluía espacios residenciales y administrativos, centro cívico, huerto para producir los alimentos de la población y generador nuclear de energía.

Convenció a los funcionarios de la NASA, agencia que le otorgó una beca para desarrollar sus proyectos de urbes para ser habitadas fuera de este mundo. Así se convirtió en uno de los primeros arquitectos espaciales, una especialidad que hasta entonces era cuestión exclusiva de la ciencia ficción. Al dedicarse a tan peculiar rama de su carrera, diseñó los módulos habitacionales para la Estación Espacial Internacional que orbita a unos 400 kilómetros alrededor de la Tierra y acobija a astronautas y cosmonautas de todas las nacionalidades.

Mientras tanto, la ciudad lunar obviamente no se ha construido, pero la maqueta y los planos se pueden admirar en el Museo Nacional del Aire y del Espacio, en Washington.

Con el paso de los años, y a pesar de que la carrera espacial tomó rumbos diferentes a la de los vuelos tripulados, la arquitectura espacial ha tenido avances importantes, a la espera de futuras colonizaciones de otros cuerpos celestes. Entre esos avances están la creación de espacios para ambientes sin gravedad.

Uno de los proyectos en los que sigue trabajando Trotti, luego de medio siglo, es una especie de motor home lunar, con capacidad para tres personas. Según el autor, es mucho más económico que aquella ciudad de su proyecto inicial y tiene la ventaja de que permitiría ir explorando el territorio de la Luna, con la casa a cuestas.

Fotos: @revistadeck https://pictaramium.com/