Hay organizaciones (lo mismo que algunas personas) que nacen para ser polémicas, para estar en el foco de las controversia. La Escuela de Diseño Bauhaus es una de ellas. Este año está cumpliendo un siglo y sigue dando tanto de qué hablar como cuando era joven.

La institución, que nació como una simple escuela de artes aplicadas, influyó tanto en la historia visual del siglo XX que no se puede escribir la historia de ese campo sin dedicarle amplias referencias.

Su impacto comenzó al poco tiempo de su fundación y fue de tal magnitud que logró sobrevivir al cierre impuesto por el régimen nazi, que la calificó como arte impuro.

Los estudiosos del tema aseguran que la Bauhaus incidió en todas las artes, si bien tuvo especial peso en  la arquitectura y el diseño gráfico.

Cuando pudo retomar su rumbo, tras la Segunda Guerra Mundial, instauró un modelo utilitario y pragmático que fue considerado como el paradigma del mundo industrializado. Por esa razón se hizo muy popular y también encontró feroces críticos que la acusaron de convertir todas las edificaciones en horrendos galpones de fábricas.

Un siglo después, el estilo Bauhaus sigue vigente, a pesar de las críticas y las condenas de quienes defienden tendencias más preocupadas por los contenidos estéticos. No falta quien diga que la arquitectura y el diseño actuales, los de la segunda década del siglo XXI siguen retornando a los postulados de la Bauhaus, aunque primero coqueteen con formas más sofisticadas.

La Bauhaus es una anciana de cien años que genera tantos comentarios como cuando era la jovencita más traviesa del barrio.