“Soy un guerrero de lo que me gusta hacer y hago”
Resultaba bastante improbable que Ángel Yánez no fuese arquitecto. El contexto familiar que lo rodeaba apuntaba sólo en esa dirección.
Criado entre planos y maquetas como instrumentos de juego y un hogar donde se respiraba arte y creatividad, fluir hasta llegar a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, era sólo cuestión de tiempo y de algunas confabulaciones de la vida.
El arquitecto Ángel Yánez es un apasionado de su profesión. Aunque alguna vez se ha planteado dedicarse al cultivo de la tierra, dice que nunca se apartaría de manera definitiva de ella. Su inquietud por el diseño y la creación lo hace tener, entre sus bienes más preciados, un cuaderno para dibujar.
Especializado en diseño de proyectos, se considera un sobreviviente, un guerrero que afronta tercamente un contexto económico y social adverso para hacer lo que más le gusta: diseñar proyectos arquitectónicos.
“Vivir solo de proyectos, en esta coyuntura, es algo complicado. Pero yo me mantengo como un sobreviviente, un guerrero de lo que me gusta hacer y hago. Por eso sigo en esto.”
Y a la pasión se le une el compromiso y la responsabilidad. Asegura que estudiar arquitectura lo ha sensibilizado hacia el hábitat, hacia la pertinencia de generar espacios adecuados para la vida social, para el desenvolvimiento de la sociedad y sus actores.
Su paso por la UCV lo marcó de manera profunda. Al punto de que la sola evocación de ese tiempo hace que su semblante adquiera un cariz jovial. Dice con emoción: “La universidad es un mundo maravilloso. Yo pasé mucho tiempo en la Universidad Central de Venezuela porque además de estudiar, trabajaba allí. Tuve la suerte de empezar a hacer pasantías desde el tercer semestre de la carrera, en un instituto de investigación de la Facultad de Arquitectura y me conecté muchísimo con la Universidad”.
Las dinámicas propias de la Ciudad Universitaria, sus profesores y todo el ambiente académico significan en la vida del arquitecto un motivo de constante nostalgia. “De las cosas que más extraño, viviendo en Margarita, es esa conexión con la academia que es tan chévere”, afirma.
Marketing en Arquitectura conversó con el arquitecto Yánez para pulsar su sentir respecto a la arquitectura, su futuro dentro de ella y su particular diagnóstico de la profesión que abrazó de manera definitiva.
Cuando se le pregunta por sus profesores, por los que dejaron más profunda su huella, nombra con admiración a los maestros Joel Sanz, su tutor de tesis, y Oscar Tenreiro, de quienes admira su compromiso y sus aportes a la profesión. “Participé durante casi dos años en una experiencia con el profesor Tenreiro. Me marcó mucho su manera de ver la arquitectura, su compromiso. Siento que como profesional me alimenté mucho de esa etapa”, asevera.
-¿Cuál fue su materia favorita?
-Evidentemente, diseño. Es la columna vertebral, la espina dorsal de la carrera. Las materias de expresión, de dibujo. Teníamos una materia muy chévere que se llamaba Taller Ventrillón. El taller Ventrillón era un taller de dibujo artístico y lo dictaba, por ejemplo, (Pedro León) Zapata. Era una suerte de materia de bellas artes, era muy relajante.
El arquitecto Yánez es también un enamorado del color y de las particularidades de las ciudades latinoamericanas. Dice sentir especial afecto por Quito, Buenos Aires o Medellín, ciudad de la que asegura haberlo dejado impresionado.
En fechas recientes el arquitecto Yánez se hizo merecedor del premio de Diseño Arquitectónico en la XI Bienal Nacional de Arquitectura donde sus propuestas se alzaron con el beneplácito del jurado.
Al respecto el arquitecto Yánez afirma que para él las bienales son una forma de autoevaluación. Una manera de calibrar en qué estatus se encuentra como profesional. Con humildad afirma que no esperaba ganar pero toma ese premio como un espaldarazo a su talento.
Sobre los hombros de las nuevas generaciones de arquitectos descansa el futuro de la profesión y en consecuencia, el futuro de las edificaciones y los contextos urbanos.
-¿Qué consejo les daría a los estudiantes de arquitectura?
-Número uno, que viajen. Viajar es un aprendizaje fabuloso. Aunque sea a un pueblo cercano. Y luego investigar. No conformarse solo con lo que la academia te dé. Ir un poco más allá. Sacarle provecho a las ventajas que ofrece internet. Con los adelantos tecnológicos ahora es posible “ver” y “caminar” por proyectos a través de una pantalla. La información que hay en las redes es insólita.
Preguntas rápidas.
¿Qué es para usted lo más difícil de ser arquitecto?
Concretar.
¿Con quién le gustaría trabajar y todavía no lo ha hecho?
Herzog & de Meuron.
¿Qué le diferencia de otros arquitectos?
Eso que lo digan ellos.
¿Pensó en algún momento cambiar de profesión?
Sí.
¿Cuál es su proyecto favorito?
La plaza Cubierta de la UCV, de (Carlos Raúl) Villanueva
¿Artista y arquitecto? o ¿Arquitecto y artista?
Primero persona, después arquitecto y artista no lo siento.
¿New York, París o México?
México, porque no lo conozco y me encantaría conocerlo.
¿Qué opina de la arquitectura mexicana?
He encontrado proyectos estupendos y arquitectos muy serios.
Un material
Ninguno en particular, o quizás todos, de acuerdo a su contexto.
Un color
Igual que los materiales…
Su forma preferida
Todas.
Línea recta o curva
No se me dan las curvas.
Un artista
Un arquitecto artista: Bruneleschi
Un arquitecto
Marcio Kogan.
Un diseñador de interiores
Patricia Urquiola.
Un trabajo realizado que siempre le emociona
Hasta en los menos logrados, me entusiasma pensar cómo potenciarlos.
Un espacio que aún no ha sido diseñado.
El espacio de los sueños
Una frase
Más esencia, menos apariencia.