Lorenzo Castillo: El diseño de interiores es la otra mitad de la arquitectura
“Yo creo que un edificio es todo. Es la fachada y es el interior”.
Tan rotunda afirmación sale de los labios de Lorenzo Castillo, el decorador que está de moda. Especialista en Historia del Arte, anticuario, interiorista, diseñador. Su nombre está inscrito, con comprobadísimos méritos, en la lista de los 50 mejores diseñadores de interiores del mundo.
Este madrileño, nacido en 1968, es la estampa que ilustra innumerables páginas de las publicaciones especializadas por su singular estilo, ecléctico, rompedor y a contracorriente. Los rasgos de su estética definitivamente lo colocan en el apartado dedicado a los artistas con más personalidad.
Hijo de una familia que venera el arte en todas sus expresiones, desde muy temprana edad adquirió una sensibilidad especial por la belleza. Orgulloso de su origen, reivindica el trabajo de sus padres y las oportunidades y ventajas que le brindaron para convertirse en el hombre que es. En una entrevista concedida a codigounico.com se explaya en elogios a sus padres, artífices y principales promotores de su formación. “Mis padres nos mandaron a los seis hermanos al mismo colegio, al colegio Estudio, que era uno de los más avanzados de la época. Luego nos dejaron estudiar lo que quisimos. Nosotros hemos tenido unas ventajas que otra gente no tiene: pudimos viajar, ir fuera a estudiar idiomas (…) es que yo no puedo más que estar agradecido”, puntualiza con profunda admiración.
Durante su infancia fue víctima de lo que hoy día se conoce como bullying. Tener una fuerte y marcada personalidad es un “pecado” que muchos no perdonan. Lo que para otro niño hubiese supuesto ponerse a las puertas de un futuro incierto, a él lo fortaleció, le templó la audacia y la valentía y además lo empujó a involucrarse de manera activa en grupos de apoyo a jóvenes víctimas de maltrato y acoso.
Primero hay que formar el ojo
Porvenir de una familia donde se valora en gran medida la formación universitaria puso a Lorenzo Castillo ante un dilema. Seguir una carrera tradicional como Derecho o atender a su sensibilidad alimentada desde la más temprana infancia. Se licenció en la Complutense de Madrid en Historia del Arte y posteriormente se especializó en Antigüedades en la Escuela de Anticuarios de la capital española. Estaba decidido a hacer valer su amor por la belleza y el arte.
Luego de recibir el título universitario, monta su primera tienda de antigüedades. Corría el año 1994 y escoge la calle Moratín del barrio de Las Letras de Madrid como asiento de su primera aventura comercial, promovida por sus padres, seres poco convencionales y sus auspiciadores más entusiastas. Junto a su hermano Santiago, se embarcaba en una furgoneta a recorrer Europa en busca de reliquias para la tienda. El magro presupuesto, cien mil pesetas, que le dedicaban a esta labor y los muchos errores cometidos por la falta de experiencia, los obligó a afinar la puntería para escoger lo que comprarían. “Cuando estás empezando cometes muchos errores y compras cosas que te gustan pero que igual no son buenas. Aprendes a punta de perder dinero”, enfatiza el interiorista.
De todos los títulos que se le han endilgado, con el que dice sentirse más cómodo es con el de diseñador de interiores. Y se justifica diciendo que ese rótulo lo abarca todo: él diseña papeles, alfombras, telas, mobiliario y ambientes sin detenerse en los aspectos técnicos de la arquitectura. Aunque considera que la evolución natural de un anticuario es convertirse en decorador, pues son dos mundos que se complementan, siempre ha sentido que no es aceptado del todo ni entre los comerciantes de antigüedades ni entre los interioristas. Pero para Castillo eso no representa un problema, él tiene la solvencia de un profesional que se maneja con maestría en los dos registros.
Con una gran ayuda de los medios
Este talentoso hombre no tiene ningún prurito en reconocer el enorme impulso que significó que su nombre fuese escogido para redecorar la tienda Loewe de la Gran Vía de Madrid. Para el proyecto con la firma española de moda, quiso la suerte que en el mismo espacio coincidieran Castillo y el director general de la referida marca para ese momento. Fue ahí donde tuvo su génesis el proyecto que lo dio a conocer ante el público especializado. Un hito en su carrera de características muy mediáticas. Asegura que parte de su vertiginoso ascenso se debe a la proyección de ese trabajo.
Ya luego vendrían otras importantes demostraciones del talento infinito de Lorenzo Catillo: la decoración y mobiliario del Museo del Traje de Madrid, la decoración de El Museo del Prado y las plazas de Cibeles y Neptuno para la boda del Príncipe de Asturias, hoteles, restaurantes y residencias particulares en varias partes del mundo, desde Nueva York a Bangkok.
El espaldarazo definitivo llegaría con la distinción que le hicieran las revistas Architectural Digest y Elle Decor al incluirlo en el top 50 de los mejores decoradores del planeta. Tal distinción se vio avalada por la publicación en tan reputados medios de una de sus obras más acabadas: su propia vivienda.
Parte de los días de este talentoso español transcurren en un antiguo edificio de estilo neoclásico destinado a convento en el siglo XVII y posteriormente convertido en palacete familiar. Ubicado en el madrileño barrio de Lavapiés, este edificio, que era usado como depósito comercial, es adquirido por Castillo, quien luego de una serie de reformas de gran envergadura lo convierte en su hogar. Techos de 4 metros de altura y salones de 100 m2, fueron las características de esta edificación que sedujeron al madrileño. La estructura y la distribución, el mobiliario, los colores, la iluminación. Alfombras, cortinas y papeles diseñados por el madrileño. Todo está cuidadosamente dispuesto para hacer de la casa, hogar y estudio, de Lorenzo Castillo, una proyección exacta de su particular estilo.
Documentar su obra
Como si no fuesen suficientes las múltiples tareas que este profesional asume, ahora se ha dado a la tarea de documentar y recoger en un libro su vasta actividad alrededor del mundo. Su libro, un ejemplar de gran formato y que lleva su propio nombre, es un compendio de grandes fotografías hechas por Manolo Yllera, de sus trabajos más importantes llevados a cabo en varios puntos del planeta. En una entrevista concedida al sitio web xlsemanal.com, Castillo explica con entusiasmo: “(el libro) va dirigido a la gente que valora la belleza y todo lo que la rodea y no específicamente el mundo de la decoración. Hay muchas fotos de detalles, de cómo funciona un trozo de tela junto a la madera dorada de un mueble. Son cosas que percibo y que quería dejar presentes en el libro”, puntualiza.
No escatima en palabras entusiastas para referirse al futuro de la decoración. Dice que el oficio está pasando por un momento de gloria y de democratización. Embellecer y ennoblecer los espacios que se habitan ya no es un asunto de la nobleza o las clases más acomodadas. Con el reconocimiento que se le brinda a Lorenzo Castillo, este hombre, y muchos otros, están convirtiendo al interiorismo en un arte escrito con letras mayúsculas.
Referencias:
https://www.xlsemanal.com/estilo/20171210/la-guarida-de-lorenzo-castillo-decorador.html
https://moovemag.com/2014/12/lorenzo-castillo-maestro-de-la-decoracion-clasica-en-armonia/
https://www.codigounico.com/business-class/lorenzo-castillo-premio-hombre-codigo-unico.html
https://sevilla.abc.es/estilo/bulevarsur/noticias/estilo-de-vida/lorenzo-castillo-decoracion-estilo/
https://casadecor.es/la-casa-marcha/casadecor/lorenzo-castillo-premio-de-honor-casa-decor-2018/