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David Chipperfield, un restaurador quirúrgico de museos

El arquitecto inglés David Chipperfield tiene un nombre  que evoca la magia, pero quienes conocen su obra lo relacionan más con un cirujano que con un ilusionista. Esto se debe a que buena parte de su carrera la ha concentrado en restaurar unas edificaciones muy peculiares: los museos.

No es una tarea sencilla, pues ese tipo de inmuebles suelen tener –sobre todo en la vieja Europa– un pasado muy largo, raíces profundas y mucha gente preparada que defiende el valor patrimonial con uñas y dientes.

Entre los proyectos de restauración que más renombre le han dado a Chipperfield está el del Neues Museum de Berlín, en el que invirtió cerca de doce años de labores. Allí demostró sus atributos quirúrgicos y aprendió a lidiar con los grandes expertos que no siempre están de acuerdo con el enfoque de los restauradores.

Este museo, que lleva el apelativo de Nuevo (Neues) en realidad fue construido a mediados del siglo XIX, pero fue casi destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Con su reapertura se potenció el valor de la llamada Isla de los Museos de la capital alemana. En el espacio rescatado se exhibe el busto de Nefertiti, una de las más connotadas obras del arte egipcio entre las muchas que se hallan en poder de países europeos.

El reto más reciente ha sido lidiar con sus compatriotas en la Royal Academy, desde que emprendió el trabajo de rescatar del olvido un auditorio construido hace alrededor de siglo y medio. El espacio se conecta con el resto de un complejo cultural mediante un vistoso puente. Chipperfield sabe que no todos quedaron felices con su obra, pero a sus 65 años y con tanta experiencia profesional acumulada, sabe que eso nunca es posible, y mucho menos entre británicos.

Ideas controversiales

Chipperfield tiene suficiente seniority como para lanzar opiniones fuertes sobre temas medulares de la arquitectura. Por ejemplo, cuestiona enfáticamente el modelo de desarrollo de la actual Londres porque, a su juicio, solo se están construyendo ostentosos edificios destinados a los plutócratas rusos, mientras se han olvidado por completo las obras destinadas a la colectividad y con sentido social.

“Aquí no se piensa en planificación y urbanismo. En Londres triunfa el cortoplacismo. Tenemos un problema terrible de vivienda y usamos el espacio urbano para apartamentos para millonarios. Es de locos”, dijo en una reciente entrevista con el diario madrileño El País.

Asimismo advierte sobre las consecuencias negativas que tendrá en la arquitectura británica la salida de la Unión Europea. Sostiene que uno de los problemas será el flujo de talentos profesionales porque, se pregunta, “¿quién querrá a partir de ahora un puesto en una firma de un país aislado política y económicamente?”.

Fotos: http://www.designatlarge.it