“Arquitectura parásita”: espacios que nacen sobre otros inmuebles
Las construcciones que crecen sobre otras no son algo nuevo. En muchos países son habituales, pero siempre como crecimientos espontáneos y la mayoría de las veces deformantes de la obra original. Lo nuevo es la llamada “arquitectura parásita”, mediante la cual esas construcciones se llevan a cabo de una manera planificada y profesional.
En algunos casos, las afloraciones son casas de estilo antiguo que “le nacen” a edificios modernos, como una habitación con aspecto de cabaña de madera con techo a dos aguas que surge, inesperadamente, de la pared lateral de un hotel de San Francisco.
Otras creaciones se basan en audaces soluciones de ingeniería, como las habitaciones colgantes de cables de acero que ha diseñado Stefan Ebestadt, en varias ciudades alemanas.
Algunos proyectos de arquitectura parásita tienen un alto contenido social. Por ejemplo, el arquitecto francés Stéphane Malka ha aplicado sus ideas al propósito de crear espacios que puedan ser utilizados para pernoctar por personas en situación de calle. Se trata de aprovechar estructuras tanto públicas como privadas para crear esas habitaciones de sentido humanitario.
En diferentes lugares del mundo pueden observarse los inmuebles parásitos. Los más frecuentes aparecen en las azoteas en Grecia o en Estados Unidos. Algunos lucen como casitas escapadas de un dibujo infantil, traviesamente instaladas en el ático de un edificio, rompiendo totalmente con su estilo. Otros son como coronas de ingenio puro sobre una cabeza plebeya.
Sin embargo, también hay obras de gran calado que se han hecho realidad “montadas” sobre edificaciones notables. Así ocurrió con el Museo Real de Ontario, en Toronto, Canadá. Esta obra, del Studio Libeskind, consistente en una moderna estructura acristalada y muy sesgada, prácticamente “se tragó” al museo original. Algo que con frecuencia hacen los organismos parasitarios con los que le brindan hospedaje.